Manumisión y libertos: caminos entrecruzados para encontrar la libertad
Las ansias de libertad, la huida, el escape de un camino horrorizante que se presentaba como único, hizo que nuestrxs ancestrxs africanxs buscaran y encontraran formas de liberarse del sistema colonial esclavista, hizo que renunciaran a sus lenguas maternas y crearan otras, hizo que aun con sus manos amarradas abrazaran la libertad en el cimarronaje, en los palenques, en los quilombos, en la ley de vientre, en una carta de libertad, en la manumisión que los llamaba libertxs, que los hacía andar libres en las Américas, pero que al mismo tiempo, les negaba el derecho a la reparación, la oportunidad de vivir y crecer en el nuevo mundo, sin ser discriminadxs, y estigmatizadxs, por reclamar la libertad, que desde su nacimiento eternamente les pertenecía.
La resistencia les entregó formas de escabullirse dentro de la esclavización, y la manumisión fue una puerta medio abierta que les dió el nombre de libertos, en la firma de un documento notarial donde el amo o el colonizador le otorgaba la libertad al esclavizado, pero no le entregaba la condición de ciudadano. Es por esto que, en muchas ocasiones, el liberto volvía a trabajar en la antigua hacienda donde había estado forzado a laborar como esclavizado.
La Manumisión, se convirtió entonces, en un elemento clave dentro de las luchas libertarias antes de la abolición, donde lxs esclavizadxs libraban la batalla de la muerte en el campo, el trabajado en las grandes plantaciones, los castigos y violaciones carnales, ocupando el estatus de liberto, pero luego se les abría un nuevo sendero duro, y era buscar las formas de obtener derechos sociales que les permitiera vivir de forma digna como el resto de las personas libres de nacimiento, porque teóricamente la manumisión regresaba al esclavizado a la vida, pero una vez, que cargaba con esta figura jurídica de ya no ser un sometido, el esclavista y el mismo Estado rechazaba su inserción a la sociedad, es por esto, que quien se liberaba en el manumiso no era concebido como libre sino como liberto.
En el acuerdo de manumitir, muchas veces el cautivo entregaba una tarifa o cuota de redención a su esclavista como forma de agradecimiento y compensación de la pérdida de un “trabajador” permanente, en otros casos se ofrecía a trabajar de forma voluntaria por años o entregaba su cuerpo de manera sexual para el cumplimiento de la promesa de libertad. Una vez, las dos partes definen el pacto, el notario realizaba un documento público en el que se plasmaban los detalles de lo pactado.
Así, en la sociedad colonial, numerosos hombres y mujeres africanxs obtuvieron su libertad por medio de la manumisión, pero no la posibilidad de igualdades sociales. Para el Caso del Caribe colombiano, y de acuerdo a la documentación patrimonial expresada en el libro La manumisión y abolición en el Caribe colombiano, en la ciudad de Santa Marta se realizaron 1.856 transacciones y, en Cartagena, 860 que corresponden a manumisiones, compras y ventas realizadas por esclavizadxs. Esta forma de obtener la libertad era frecuente en distintas zonas de América Latina y el Caribe, que eran utilizadas para lograr la libertad en el antiguo sistema esclavista español, y exactamente en el romano.
Pero en las ansias de la libertad, la agonía de encontrar un lugar, el anhelo de volver a su tierra, y reencontrarse con su tribu separada, muchas veces repetían: “Si escuchas a los perros, sigue adelante. Si ves las antorchas en el bosque, sigue adelante. Nunca te detengas. Sigue adelante si quieres probar la libertad, sigue adelante” Harriet Tubman.
Referencias bibliográficas
Romero Dolcey (2018), Márquez Rosario, García Andrés. Manumisión y abolición de la esclavitud en el Caribe colombiano 1812 – 1852. Ediciones Simón Bolívar.